Reseña de “Juan Carlos I – El hombre que pudo reinar”

“Nos vamos, ¿no?” Se lo preguntó dos veces, como si necesitara reafirmar el permiso para marcharse. Su hijo hizo un gesto de asentimiento. Y él giró su cuerpo maltrecho, castigado por los años, dolido a causa de los accidentes, la cadera tantas veces rota y las “visitas al taller”, y entró en la penumbra del palacio, que era la penumbra de la historia.

Hace poco más de un año, Fernando Ónega publicaba Puedo prometer y prometo, análisis voluminoso que exploraba la figura de Adolfo Suárez, con quien colaboró escribiendo destacados discursos de su periplo histórico. Se adelantó por unos meses al reconocimiento unánime que el político abulense recibió poco después, cuando falleció.

Ahora, el veterano periodista irrumpe de nuevo con Juan Carlos I – El hombre que pudo reinar, centrado en la figura del anterior monarca de España. El libro tiene gran interés, sobre todo porque recoge testimonios personales bastante ilustrativos del hombre que fue rey y que pudo abdicar.

Sinopsis de “El hombre que pudo reinar”

Primero explica Ónega que fue el propio Mariano Rajoy quien le dio la idea involuntariamente para escribir el libro, al recordar —contestando a una periodista— únicamente méritos de Juan Carlos I en la primera época de su reinado, ignorando los años posteriores y cuando diversos escándalos parecen haber oscurecido, para muchos, la figura del monarca.

Luego, el autor realiza una crónica de la abdicación y revela que, en la actualidad, el hombre que guió a España durante la Transición se siente solo, como lo ha estado a lo largo de su vida. A partir de ahí rememora la infancia del protagonista, se detiene en los días en que fue designado sucesor de Franco, y analiza especialmente el 23-F, aportando informaciones que quizás no rompan esquemas pero sí resultan valiosas.

Crítica de “El hombre que pudo reinar”

A Fernando Ónega quizá no se le espera al frente de la biografía monárquica, pero a diferencia de lo que ocurría con otros cronistas del 23-F, su enfoque resulta bienvenido. Y se podría decir que posee “el don de la oportunidad”. Su nuevo trabajo aparece justamente en días en los que se ha intensificado la crítica hacia la Transición. El autor de estas líneas se disponía a leer el libro justo después de ver en prensa a un nuevo líder político que denunciaba una conspiración del “régimen del 78”.

Claro está, se trata de opiniones legítimas, al igual que lo es revisar todo lo que se hizo durante la elaboración de la Constitución actual si se considera que algo necesita cambio o actualización. Pero a veces da la sensación de que brota cierto desconocimiento, cuando no rencor u hostilidad.

Frente a ese ruido conviene una lectura tranquila de esta obra que repasa asuntos que los más maduros conocemos sobradamente, pero que hoy merece tener presentes. Podrán criticar este libro por su cercanía, en lugar de verlo por lo que es: un testimonio fiable. Ciertamente su tono es amable (en consonancia con el espíritu del consenso, ya perdido); como en el caso de su ensayo sobre Suárez, cuando Ónega habla de Juan Carlos se nota que se trata de un viejo conocido o más bien un amigo. Pero no por ello oculta hechos criticables, pues no es un libro de propaganda. Más bien existe un intento de entender ciertas cosas. Por ejemplo, al abordar el sentimiento de soledad de Juan Carlos I, recurre a una psicóloga que busca relacionarlo con los sucesos de su infancia. Además el autor, formado en comunicación, se expresa con enorme claridad y consigue que el volumen resulte atractivo para el lector.

Valoración final

Juan Carlos I – El hombre que pudo reinar no presenta una ruptura radical del relato histórico, ni pretende absolver ni condenar. Es un retrato humano y crítico al mismo tiempo, que se mueve entre la admiración y la comprensión.

Quienes busquen grandes escándalos novedosos pueden quedarse con ganas. No es una biografía sensacionalista. Pero los lectores interesados en la historia reciente de España, la monarquía y la transición encontrarán un libro riguroso, entregado al relato más que al juicio rápido.

Fernando Ónega propone un espacio de reflexión donde la figura del rey es contemplada sin héroes absolutos y sin demonios públicos. En una época de polarización y velocidad, este libro apuesta por el análisis sosegado.

En definitiva, esta obra merece un lugar en la biblioteca de quien quiera comprender no solo al hombre que fue rey, sino también al país que lo acogió, lo veneró y luego lo examinó.